El temor y la ira fatigan el corazón y el cultivo de la serenidad mental le brindan al corazón el reposo que necesita.
Si estimamos que la cantidad de sangre expulsada en cada contracción de los ventrículos del corazón suma alrededor de cuatro onzas, este órgano movería un peso equivalente a dieciocho libras de sangre en un mínimo así pues, en el lapso de un día, el corazón impulsaría aproximadamente doce toneladas de sangre, y en un año este valor ascendería a cuatro mil toneladas.
Estas cifras demuestran el enorme trabajo desarrollado por el corazón.
Generalmente se considera que el corazón reposa entre cada contracción, durante el periodo diastólico o de expansión, con lo cual recibiría, cada veinticuatro horas, un descanso total de nueve horas. Este periodo diastólico, sin embargo, no corresponde a un verdadero reposo, sino que constituye simplemente una etapa de preparación para el movimiento sistólico siguiente.
Las vibraciones provocadas por la contracción durante su relajación, y por tanto el corazón nunca se encuentra realmente el reposo.
Estando el músculo cardiaco sometido día y noche a un continuo desgaste de energía, naturalmente tiende a extenuarse, por consiguiente seria de considerable valor para el mantenimiento de la salud, el depararle a este músculo un reposo adecuado.
El control consciente del sueño, el aprender a dormir y a despertar a voluntad, constituyen parte del entrenamiento yoga, una de cuyas fases capacita al hombre para regular las latidos cardiacos.
Cuando se es capaz de controlar conscientemente el palpitar del corazón, se ha alcanzado el dominio sobre la muerte.
Tanto el descanso físico como la renovación de la energía producidas durante el sueño normal, constituyen solo un palito reflejo de la maravillosa calma y fortaleza obtenidas a través del sueño consciente, en el cual incluso el corazón reposa.
Dijo San Pablo (corintios 15:31)…. Por la gloria que en orden a nosotros tiempo en cristo Jesús, nuestro señor, cada día muero esto es, la santa paz que acompaña a la conciencia cristiana, descansa o detiene el corazón. Numerosos son los pasajes bíblicos que revelan el hecho de que los antiguos profetas dominaban el arte del reposo cardiaco, ya fuese a través de la meditación científica o de la total entrega devociónal a Dios.